Tras traer a España la obra de los hermanos Tsuge, Gallo Nero presenta a otro de los grandes representantes del ‘manga del yo’ de los años 70, Shin’ichi Abe, a través de su obra más significativa, ‘Los sentimientos de Miyoko en Asagaya’

los sentimientos de miyoko en asagaya

Shin’ichi Abe (Tagawa, 1950) es, junto a los hermanos Yoshiharu y Tadeo Tsuge (el primero, autor de ‘El hombre sin talento‘; el segundo, de ‘Mi vida en barco‘) uno de los referentes del ‘manga del yo’ o watakushi manga, como es conocido en Japón. En este género, surgido a caballo entre la década de los 60 y 70 del pasado siglo en las páginas de la revista alternativa Garo, los autores se convierten en sujetos de su propia obra sin ningún pudor, mostrando sus miserias personales y económicas.

Hablamos de almas atormentadas, en el filo de la indigencia (el manga underground apenas daba para vivir), cuyo estilo de vida no encajaba con una sociedad que quería dejar atrás la pena de la posguerra y abrazar el capitalismo urbano con alegría. Si la obra de los Tsuge (al igual que la de otros autores de la época, dentro de la corriente gekiga, como Masahiko Matsumoto o Yoshihiro Tatsumi, también en el catálogo de Gallo Nero) nos habla de la angustia ante la falta de encaje en un mundo cambiante, la de Abe sube la escala y trasluce la tormenta interior de una personalidad que, como luego su biografía confirmaría, iba camino de la crisis nerviosa y la paranoia.

En realidad, en los relatos que reúne este volumen apenas pasa nada. Abe nos presenta a un trasunto de sí mismo interactuando con otros universitarios y artistas igual de escasos de guita que él, aficionados a la botella y con complicadas relaciones con sus novias. La de Abe, Miyoko, protagoniza dos de las historias aquí incluidas, en un interesante giro de perspectiva que muestra su sufrimiento por los vaivenes del autor.

Una vida al límite

La edición de Gallo Nero incluye un interesante epílogo en el que se repasa la vida y obra del autor, y en el cual se descubre que los rasgos depresivos que se atisban en estas páginas irían a más, incluido un episodio de epifanía religiosa que le causaría durante años el rechazo de sus compañeros de profesión. Solo desde el conocimiento de la psique tras la obra se entiende la crudeza de sus diálogos, que en muchas ocasiones no llevan a ninguna parte, o la angustia que trasmiten sus trazos. Como indica su título, en este volumen lo que predominan son los sentimientos de toda una época, la de una juventud desnortada, intensa y pasional.

*Artículo publicado originalmente en la revista Z